Los dueños de México
- ¿Dueños de México?
- La oligarquía no es el problema, nosotros somos el problema
- La crisis es siempre
Por Amir Hernández
Se ha hablado mucho de la posesión que ostentan en México los Slim, Larrea, Ramírez, González Barrera, Bailleres, Salinas, Garza, Martín, Servitje, Del Valle, Arizpe, Barragán, Fernández, Vázquez, entre muchos otros. ¿Pero esto es legal?. Ese no es el problema. No deben ser condenados por su habilidad para “multiplicar los peces”.
Dueños, ¿quiénes son? El hacendado, el cacique, el amo, el propietario, el patrono, el terrateniente, el patrón, el casero, el señor. El dueño o la dueña es la persona que tiene dominio. De ello no hay duda. Ese no es el problema.
El adjetivo "Dueños de México" es metafórica, debido a que ese atributo se deriva de su enorme habilidad para el provecho personal o grupal de los bienes ajenos.
Basados en el argumento cristiano de que cualquier hombre tiene derecho a la propiedad privada, de multiplicar los bienes para el servicio personal y de la comunidad, así como los de todo hombre tiene derecho al trabajo y el hombre que no trabaje que no coma, los mal llamados dueños de México han ido extendiendo y expandiendo su capital.
Desde luego que existen monopolios gigantes como Telmex, Telcel, TVAzteca, Televisa, encabezadas por Carlos Slim, Ricardo Salinas y Emilio Azcárraga. Pero tampoco ese es el problema. Idealistas radicales han dicho que cada vez que uno ve la tele –abierta, cable o sky–, tome un refresco, construya una casa, hable por teléfono, navegue en internet, coma un yogurt, compre en oferta, tome una cerveza o abra una cuenta de banco, se engorda la bolsa a los “Dueños de México”. Eso es cierto pero ¿qué hace el ciudadano en el México moderno?. Y es que si se abstiene se muere de hambre.
¿Cómo vivir en México, donde el 99 por ciento de todo lo que se consume es hecho por el capital de no más de 15 personas?. Si el capital actual de esos mexicanos es mal habido es problema de ellos y de los Gobiernos que lo han permitido. No es omisión de la ciudadanía. Y de ello la historia, la conciencia de los mexicanos –lo que pesa más en el honor del hombre– se está encargando de juzgar.
El exhorto es no negar la necesidad del consumo, sino evitar el consumismo. Que no es lo mismo consumidor que consumista. ¿Cuántas veces hablamos por teléfono celular sin que sea necesario?.
Que los radicales o los conservadores no vengan con golpes de pecho a exhortar a ahorrar o a apretar la cintura. No señores, porque nuestros representantes populares son los primeros en liberarse, sin importar si es tiempo de vacas gordas o de vacas flacas.
Nosotros mismos hemos construido esa oligarquía de los llamados “Dueños de México”, de la cual nos quejamos. Ellos tienen ese dominio por nosotros. De tal modo que nosotros somos la base, la clave, la raíz de ese poder. Nosotros, sin excluir a “esos”, somos los dueños.
Se ha hablado mucho de la posesión que ostentan en México los Slim, Larrea, Ramírez, González Barrera, Bailleres, Salinas, Garza, Martín, Servitje, Del Valle, Arizpe, Barragán, Fernández, Vázquez, entre muchos otros. ¿Pero esto es legal?. Ese no es el problema. No deben ser condenados por su habilidad para “multiplicar los peces”.
Dueños, ¿quiénes son? El hacendado, el cacique, el amo, el propietario, el patrono, el terrateniente, el patrón, el casero, el señor. El dueño o la dueña es la persona que tiene dominio. De ello no hay duda. Ese no es el problema.
El adjetivo "Dueños de México" es metafórica, debido a que ese atributo se deriva de su enorme habilidad para el provecho personal o grupal de los bienes ajenos.
Basados en el argumento cristiano de que cualquier hombre tiene derecho a la propiedad privada, de multiplicar los bienes para el servicio personal y de la comunidad, así como los de todo hombre tiene derecho al trabajo y el hombre que no trabaje que no coma, los mal llamados dueños de México han ido extendiendo y expandiendo su capital.
Desde luego que existen monopolios gigantes como Telmex, Telcel, TVAzteca, Televisa, encabezadas por Carlos Slim, Ricardo Salinas y Emilio Azcárraga. Pero tampoco ese es el problema. Idealistas radicales han dicho que cada vez que uno ve la tele –abierta, cable o sky–, tome un refresco, construya una casa, hable por teléfono, navegue en internet, coma un yogurt, compre en oferta, tome una cerveza o abra una cuenta de banco, se engorda la bolsa a los “Dueños de México”. Eso es cierto pero ¿qué hace el ciudadano en el México moderno?. Y es que si se abstiene se muere de hambre.
¿Cómo vivir en México, donde el 99 por ciento de todo lo que se consume es hecho por el capital de no más de 15 personas?. Si el capital actual de esos mexicanos es mal habido es problema de ellos y de los Gobiernos que lo han permitido. No es omisión de la ciudadanía. Y de ello la historia, la conciencia de los mexicanos –lo que pesa más en el honor del hombre– se está encargando de juzgar.
El exhorto es no negar la necesidad del consumo, sino evitar el consumismo. Que no es lo mismo consumidor que consumista. ¿Cuántas veces hablamos por teléfono celular sin que sea necesario?.
Que los radicales o los conservadores no vengan con golpes de pecho a exhortar a ahorrar o a apretar la cintura. No señores, porque nuestros representantes populares son los primeros en liberarse, sin importar si es tiempo de vacas gordas o de vacas flacas.
Nosotros mismos hemos construido esa oligarquía de los llamados “Dueños de México”, de la cual nos quejamos. Ellos tienen ese dominio por nosotros. De tal modo que nosotros somos la base, la clave, la raíz de ese poder. Nosotros, sin excluir a “esos”, somos los dueños.
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