Prostituyen en carretera de Tlaxcala a mujeres de Chiapas, Veracruz, Morelos y Puebla


A pie de carretera, lenones de Tlaxcala han abierto una nueva ruta para obligar a jóvenes mujeres a ejercer el sexoservicio en una vía llamada “Panorámica”, en el camino que va hacia el estado de Puebla.
Los tratantes de personas han conformado un corredor de prostitución para explotar a decenas de mujeres, toda vez que las condiciones se han vuelto muy hostiles para sus negocios en el Distrito Federal, denunció Teresa Ulloa Ziáurriz, Directora Regional de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe (CATWLAC).
La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) ha realizado 90 operativos en contra de la trata de personas, cuatro de ellos en la zona de La Merced y ha logrado consignar a más de 110 personas relacionadas con ese delito.
Juana Camila Bautista, fiscal central de investigación para la Atención de Delitos Sexuales de la PGJDF, informó que, como resultado de las acciones policiacas en La Merced, se logró quitar la pasarela de Santo Tomás y la del callejón de Manzanares, donde las jovencitas eran obligadas a caminar en círculo para “ofertarlas” a los clientes del sexoservicio. Además, clausuraron y están en proceso de extinción de dominio los hoteles Universo, Topacio, Madrid, y otro más en la cerrada de Jesús María, en los cuales explotaban mujeres, entre ellas menores de edad.

La Panorámica
En el tramo comprendido entre las comunidades de San Pablo del Monte y Tenancingo, Tlaxcala, del kilómetro 15 en adelante, se observa a mujeres con pantalones entallados, minifaldas y blusas con escotes, tacones altos y maquillaje resaltado.
Originarias de estados del centro y sureste del país como Veracruz, Morelos, Chiapas y Puebla, las mujeres que antes de los operativos eran trasladadas a la capital del país donde eran explotadas sexualmente, ahora las llevan a Tlaxcala; es más, las jóvenes que ejercían el sexoservicio en La Merced también se las llevaron a ese lugar para evitar la acción policiaca. Este hecho fue constatado al conversar con ellas.
La mayoría son jóvenes, algunas tienen cuerpo y rostro de adolescentes, pero todas aseguran que son mayores de edad y que están ahí paradas, esperando clientes, por su gusto.
No importa si hace frío o calor. No hay horarios fijos, desde la mañana y hasta la noche, es un servicio de 24 horas. Los clientes son principalmente traileros y algunos automovilistas particulares que viajan por la carretera interestatal de dos sentidos en cuyos extremos abundan hoteles de paso.
No están solas; a la distancia, cuando un cliente se acerca a preguntarles los costos de sus servicios, los hombres que las vigilan se ponen en alerta. Su mirada recelosa y hasta amenazante, se percibe desde lejos. Voltean, sin parar hacia los lados, se acomodan el cinturón del pantalón y empiezan a caminar en círculos.
Ellos tampoco están solos. Esa carretera es patrullada por unidades de las policías federal, estatal y municipal.
Varias veces al día pasan por ahí pero parece que no ven nada. Las mujeres y sus vigilantes se están volviendo parte del escenario de esa vialidad.
El fenómeno en la carretera interestatal inició hace menos de dos años. Los medios de comunicación locales han dado cuenta de la expansión de la prostitución en Tlaxcala.
El periódico Intolerancia publicó el 28 de junio pasado: “Cada día aumenta el número de mujeres dedicadas al sexoservicio. A lo largo de la vía corta Santa Ana, Tlaxcala-Puebla es más frecuente encontrarse con este tipo de mujeres, motivado según ellas, por los operativos que realizan las fuerzas policiacas del Distrito Federal en el combate de la trata de personas”.
La publicación informa sobre la reciente construcción de 23 hoteles y moteles en un tramo de 18 kilómetros, así como de centros botaneros y cantinas donde se ejerce el sexoservicio.
También menciona sobre el uso de chozas construidas en lugares semiocultos en las tierras de labor, sin medidas higiénicas ni de seguridad.
La organización no gubernamental local Fray Julián de Garcés ha denunciado que el sexoservicio que se ofrece en la ciudad de Apizaco se ha extendido a varias calles, a pesar de las múltiples denuncias presentadas por vecinos y comerciantes.
En un recorrido por esta población se pudo corroborar la existencia de una casa en la que se ejerce el sexoservicio. El lugar está ubicado a 50 metros de una escuela primaria. Los vecinos dicen que “cualquiera puede entrar”.
De acuerdo con comerciantes establecidos, el servicio lo ofrecen unas 50 mujeres, algunas de ellas, al parecer, son menores de 18 años.
De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidos contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), las víctimas de trata de personas son engañadas, seducidas y enamoradas por sus enganchadores quienes les ofrecen un mejor nivel de vida, oportunidades laborales. Para someterlas recurren a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o abusan de su situación de vulnerabilidad.
La fiscal Juana Camila explica que el modus operandi de los tratantes en Tlaxcala es embarazar a sus víctimas, y cuando nacen los bebés se los quitan y los llevan con los familiares de ellos, lejos de la ciudad para mantenerlas retenidas y a su vez amenazadas de que tienen que entregar altas cuotas o de lo contrario no las dejarán volver a ver a sus hijos.
Teresa Ulloa comenta que son tan vulnerables que, a veces, la autoridad las sobrevictimiza.
Narra que en un recorrido por la Panorámica conoció del caso de dos jovencitas que terminaron en la cárcel por tener miedo de denunciar a los hombres que las explotaban.
“Se acercaron los policías ministeriales de Tlaxcala a dos chavas; una era de Morelos y la otra del DF, de Iztapalapa. Les pidieron que les dijeran los nombres de sus padrotes y ellas no quisieron, pero los policías las presionaban. Ellas se negaban o porque están enamoradas de ellos o porque las tienen amenazadas”, dice.
Las dos jóvenes trataron de terminar el asunto y les ofrecieron dinero a los ministeriales para que las dejaran en paz; ellos recibieron el dinero y luego las detuvieron por cohecho. “Eso se llama sobrevictimizarlas, pues había que entender cuál es la dinámica de la trata”, comenta Ulloa.
La eficiencia de los operativos también hizo correr a otros tratantes, aunque no tan lejos. En un recorrido por la calle de San Pablo y avenida Anillo de Circunvalación, en la acera que corresponde a la delegación Cuauhtémoc, en la ciudad de México, se observa un aumento en el número de jovencitas dedicadas al sexoservicio y de hombres que se mueven en torno a ellas con radios de comunicación y celulares en mano.
Esa misma situación se constató en las calles de Pradera y Zaragoza, en el centro del Distrito Federal. Allí, varios sujetos cuestionan y limitan el acceso a extraños. Vecinos del área, quienes pidieron el anonimato, informaron que uno de los hoteles de la zona es propiedad de la familia Rodríguez Mejía, de la cual tres integrantes están en la cárcel procesados por el delito de trata de personas.
Comerciantes de La Merced informaron que también hay mujeres de la tercera edad, que están al acecho de lo que hagan algunas sexoservidoras.
“Parece que las cuidan, hay hombres y mujeres de la tercera edad. Esas muchachas tienen prohibido hablar o moverse de su lugar”.
El delito de trata de personas fue incluido en el Código Penal del Distrito Federal en agosto de 2007, y contempla tres actividades subsecuentes: explotación sexual, laboral y tráfico de órganos. De acuerdo con la fiscal Juana Camila Rebollar, es un delito grave sancionado con condenas de entre 10 y 20 años de prisión.
En los últimos años, la PGJDF ha rescatado a más de 120 víctimas, de las cuales 60% son menores de 18 años, la mayoría procedente del interior de la República.  (El Universal)

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