Jorge Emilio González Torres, heredero del descaro. Del PRI al PVEM
- Corrupción y poder, la genética del Niño Verde; elementos que han rodeado la vida de los González Torres. Ecologistas light, involucrados en escándalos nacionales, son de los clanes mafiosos que gozan de impunidad al amparo de un partido político.
Por José Martínez*
No hace mucho me
buscó Jesús Sesma, vocero del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), como
reacción a un artículo que escribí sobre el Niño Verde. Estaba intrigado sobre
la información que yo poseía sobre la familia González Torres. Nada del otro
mundo, muchos saben que se trata de uno de los clanes mafiosos en el país que
gozan de impunidad.
El punto era que
trataban de localizar a otro periodista al que pretendían demandar por
presuntas “difamaciones” sobre el Niño Verde. Nos reunimos en un restaurante en
el sur de la Ciudad de México donde charlamos largamente. Jesús Sesma es el
yerno de la flamante doña Paulina Castañón, ex esposa de Raúl Salinas de
Gortari. Lo escuché con atención; los argumentos en contra de mi colega estaban
sustentados. Cuando leí la nota de marras me percaté que estaba escrita sin
ningún argumento, sólo diatribas, pero en esencia el desprestigio del Niño
Verde era irrefutable e indefendible.
Es simplemente un
pusilánime y un corrupto. Siempre ha estado rodeado de escándalos. Su mala fama
se la ha ganado a pulso, no tiene principios ni moral y su padre, Jorge
González Torres, el fundador del Partido Verde lo ha sobreprotegido, pues de
tal palo tal astilla.
Fue a principios de
1978 que conocí al papá del Niño Verde. Entonces yo me desempeñaba como
reportero del desaparecido periódico Unomásuno, que dirigía Manuel Becerra
Acosta. Jorge González Torres, padre del Niño Verde, por esos años ocupaba un
cargo de quinto nivel en la Secretaría de la Reforma Agraria, fungía como jefe
de un departamento de Tierras Comunales. Su familia era dueña de la cadena de
farmacias El Fénix y el pequeño Jorge Emilio tenía apenas seis años de edad.
Los hermanos de
Jorge González Torres, Víctor y Javier, estaban enrolados en los negocios de
los laboratorios farmacéuticos. El sacerdote de la familia, Enrique, el mayor
de ellos era el flamante rector de la Ibero como se le conocía a la Universidad
Iberoamericana.
Por aquellos años,
Jorge González Torres se ufanaba de ser la “oveja negra” de la familia. Un
asistente siempre cargaba una maleta repleta de dinero para gastarlos en los
burdeles de moda: El Cadillac, La Posta, El Señorial, etcétera, donde las
vedetes lucían sus pieles de zorra y chinchilla. Jorge González Torres se hacía
acompañar por un grupo de periodistas ante quienes fanfarroneaba. Su objetivo
era llegar a presidir el PRI en el Distrito Federal. Nunca lo logró y renunció
al partido tricolor. Su sueño era ser legislador.
Siempre lucía
chamarras de piel de distintas especies animales, por eso a quienes lo
conocíamos nos sorprendió que un buen día se presentara como un “ecologista”.
Cierta ocasión me llamó la atención que Jorge González Torres se apersonara en
una plaza de San Ángel encabezando una marcha de juniors, todos vestidos de
blanco impecable, de huaraches y con un paliacate. Un movimiento de ecologistas
light que no sabían siquiera qué era hacer una composta y que, como el Niño
Verde, confundían Fenicia con Atenas, pues estaban convencidos de que Alaska
estaba poblada por pingüinos.
Los ecologistas de
marras han sido unos impostores. Las triquiñuelas del Niño Verde, han sido
documentadas. Ha pasado su vida de escándalo en escándalo, ahora está a partir
un piñón con el gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, otro Niñote. Por eso
hay quienes piensan que el Niño Verde va a salir muy bien librado del escándalo
de la joven búlgara que presuntamente se suicidó saltando de la terraza de una
de sus propiedades.
Durante la infancia
del Niño Verde, su abuelo Emilio Martínez Manautou llegó a ser un hombre muy
poderoso. Era uno de los principales latifundistas de Tamaulipas que se
enriqueció de una manera desmedida al amparo del poder. Ocupó importantes cargos
en el gobierno gracias a su amistad con los presidentes Gustavo Díaz Ordaz,
Luis Echeverría y José López Portillo.
Su padre Jorge
González Torres que se casó con Leticia Martínez, hija de Martínez Manautou,
pero llegó tarde a la política. Su suegro perdió todo su poder y ya no pudo
impulsarlo. Martínez Manautou cayó en desgracia política pero con una inmensa
fortuna. Sacó millones de dólares del país, que depositó en bancos de Suiza y
en paraísos fiscales del Caribe. A principios de los ochenta se armó un
escándalo político cuando se hizo pública una carta donde daba instrucciones a
sus asesores para el manejo de su inconmensurable fortuna y el manejo de su
herencia al momento de su muerte.
Lingotes de oro,
dólares, joyas, innumerables propiedades y obras de arte fueron el legado para
su familia. Todo lo que amasó desde el poder. Fue diputado, senador, secretario
de la Presidencia de la República (1964-70); secretario de Salubridad y
Asistencia (1976-1980) y gobernador de Tamaulipas (1981-1987). Finalmente
Martínez Manautou terminó sus últimos días en su rancho “El Mezquite”,
localizado en las inmediaciones de San Fernando y Matamoros, sumido en la
soledad, con la compañía de un empleado domestico y rodeado de cientos de gatos
finos. Murió prácticamente abandonado por su familia, así como de cientos de
políticos que bajo su amparo amasaron fortunas y usufructuaron poder. Nadie
derramó una lágrima por el viejo político que estuvo a punto de ser candidato a
la Presidencia de la República, pero en cuyo camino se atravesó Luis Echeverría
Álvarez.
Ésa es la estirpe
genética del Niño Verde quien heredó – además de la fortuna de su abuelo – de
su padre la propiedad del Partido Verde desde el cual sin hacer campaña ha
recorrido toda la trama política: asambleísta, diputado federal y senador. Fue
representante en la Asamblea
Legislativa del
Distrito Federal de 1994 a 1997, diputado federal en la LVII Legislatura de
1997 a 2000 y de 2000 a 2006 senador de la República, diputado federal
plurinominal en la LX Legislatura de 2006 a 2009. Todos estos cargos han sido
por la vía plurinominal, es decir, por representación proporcional.
Dinero, poder y corrupción han rodeado la vida del Niño Verde
En febrero de 2004
se dio a conocer un video en el cual se mostraba el ofrecimiento de un soborno
por 2 millones de dólares a Jorge Emilio González Martínez, a fin de que
ayudara en la liberación de terrenos protegidos cerca de la zona de Cancún para
la construcción de una zona hotelera, que se había demostrado, afectaba
gravemente la flora y fauna del lugar al destruir los manglares de la zona.
Todo esto se lograría porque en ese momento el PVEM gobernaba el municipio de
Benito Juárez, que es donde se encuentra la zona turística de Cancún.
Eso es sólo una
muestra de la podredumbre que ronda en torno al Partido Verde, que se maneja
como una monarquía hereditaria, como lo han denunciado numerosas organizaciones
ambientalistas.
El presidente
fundador del partido, Jorge González Torres, duró en el poder 10 años,
abdicando a favor de su hijo en el año 2001. La elección “nacional” del Niño
Verde como nuevo presidente del PVEM la hicieron sólo 39 delegados que tuvieron
que depositar su voto en una urna transparente que observaban fijamente hijo y
padre en el momento de la elección, para asegurarse del resultado del proceso.
“Casi, casi tenían que enseñarle el voto para que viera que habían votado por
su hijo”, dice un testigo de aquel evento. A lo que habría que agregar que sus
diputados y senadores no son cuadros procedentes del movimiento ecologista,
político ni social mexicano, sino amigos personales y empleados del presidente
del partido.
Un 16 de noviembre
de 2001 en el hotel Chanká Ruinas de Palenque, Chiapas, el Niño Verde heredó el
partido de las manos de su padre, en un evento donde no tuvo acceso la prensa.
Todos los intentos por quitar de la dirigencia a los González Torres se
vinieron abajo, a pesar de que en aquel entonces el diputado verde Arnold
Ricalde acariciaba la posibilidad de que la diputada Josefina Guadalupe Noriega
tomara el control.
Observadores
comentaron a la prensa que se trató de una elección “amañada”. El hecho de que
en las boletas sólo apareciera la “carita feliz” del Niño Verde y no de su
contrincante, lo consideraron ventajoso. Así sin el menor rubor el Partido
Verde ha capitalizado las victorias ambientalistas de las ONG’s a su favor,
apareciendo como una opción verde ante la sociedad, para luego negociar sus
votos en las Cámaras, únicamente a cambio de ver favorecidos los intereses
personales y económicos de sus dirigentes.
El Partido Verde es
la organización política que cada año es la que más recibe multas millonarias
por el manejo irregular de sus recursos. Incluso se han denunciado numerosos
fraudes que no han sido perseguidos por la ley, como el de 1991, cuando no
repartió a los candidatos los fondos para sus campañas, o en 1997 que comprobó
el 60 por ciento de su presupuesto para campañas (un millón de dólares) con 16
facturas falsas.
Han sido denunciados
constantemente en los medios de comunicación gastos estratosféricos de su
presidente en arreglos dentales, viajes con familiares y amigos, facturación
por más de 150 mil dólares de gasolina en un año, solamente en el Distrito
Federal adquirida en gasolineras de un amigo de la familia, así como la
construcción de un desarrollo turístico en playas del norte de México.
Han sido públicas
las negociaciones de sus diputados y senadores que “venden” sus votos a
partidos interesados en detener juicios políticos contra funcionarios
corruptos, obteniendo por ello diversos beneficios (por ejemplo aprobar un
cambio a la Constitución para disminuir la edad para que el Niño Verde, hijo
del Presidente del Partido, pudiera ser Senador a la edad de 25 años).
Por si eso no
bastara, con su voto en las comisiones dictaminadoras, el Partido Verde impidió
que se aclarara el mayor fraude financiero de la historia del país, que se hizo
a través del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA), el cual endeudó
al país con el exterior con más de 100 mil millones de dólares.
Los partidos
políticos saben que el Partido Verde es un negocio familiar, pero no lo
denuncian pues en ocasiones lo utilizan cuando necesitan intercambiarles sus
votos para aprobar iniciativas de su interés.
Sin el menor recato,
el propio Niño Verde ha revelado sus tranzas políticas. Él mismo lo admitió
públicamente cómo lo hizo con el Partido Acción Nacional en las elecciones del
2000: “Ellos nos buscaron para formar la Alianza, ellos, Fox, Bravo Mena, Aguilar
Zinser, Diego Fernández de Cevallos. Con ellos hablamos en casa de mi abuelo
Emilio Martínez Manautou. Y mandamos a hacer encuestas, el PAN y nosotros. Fox
traía 34.1 por ciento, Labastida 46 y Jorge González Torres 5.6 por ciento. Con
base en esa encuesta hicimos las negociaciones, nos repartimos las posiciones”.
El Niño Verde no
perdió el tiempo y se subió al templete parlamentario para hacer el berrinche y
romper con el presidente electo Vicente Fox por haber incumplido con su
palabra. El entonces líder de la desaparecida corriente del PVEM, Carlos
Alberto Macías, había calificado su participación como patética, hipócrita y
cínica.
Entre los reporteros
que cubren la Cámara aún se recuerda esa frase que lo hizo famoso: “Me pueden
dar los periodicazos que quieran, pero mi papá me mantendrá como coordinador
parlamentario en la Cámara de Diputados”.
Según ex
colaboradores, el juego favorito del Niño Verde en los veranos electorales es
saturar de propaganda los medios de comunicación; llevar a cabo una encuesta
sobre el porcentaje de votos que podría obtener su partido; después presumía su
nivel de votación y se sentaba a negociar.
La familia González
Torres además de singular es millonaria. Víctor González Torres conocido como
el Doctor Simi ha abierto y fundado las Farmacias Similares desde 1997, cadena
que, solamente hasta el año de 2010, en México tiene más de 5 mil locales entre
los propios y las franquicias. Su hermano Javier se ha dedicado también al
negocio de los medicamentos, abriendo y fundando la cadena Dr. Ahorro.
Evidentemente, las farmacias y la política son el negocio familiar, por
excelencia. “Mi familia está desde 1875 en este negocio y me lo sé de memoria.
Nací y jugaba en las farmacias”, dice Víctor González Torres refiriéndose a la
cadena farmacéutica El Fénix.
En 1975, el señor
Víctor González se integró al segmento de los genéricos con los Laboratorios
Best (firma fabricante de medicamentos y propiedad de la familia). En los años
ochenta los dirigió y posteriormente los adquirió. A cargo de esta empresa, se
dedicó a ofrecer al sector público de salud sus fármacos y ante los
insuficientes márgenes de ganancia decidió olvidarse del gobierno y venderlos
directamente al menudeo. Actualmente, se calcula que la cadena del Dr. Simi, en
México, controla una cuarta parte de la industria farmacéutica.
La política para los
González Torres también ha sido un redituable negocio y una herramienta para
cometer ilícitos. Los miembros del Partido Verde se han destacado por
malversación de fondos, alteraciones de facturas, dispendio de fondos públicos
para usos ilegales y particulares, violación a la Constitución del país y a las
garantías individuales, entre otros. El partido político es un cacicazgo
familiar contaminado por la corrupción.
A finales de 2005,
se aprobó una iniciativa de ley en la Cámara de Diputados que favorece a los
fabricantes de medicamentos similares, a costa de la industria farmacéutica que
realiza y desarrolla medicamentos de patente. Por supuesto, un partido político
pequeño no puede lograr tanto, sólo a través de maniobras políticas orquestadas
deliberadamente. Es así, que el PVEM – aprovechando no solamente sus conexiones
políticas sino también la coyuntura electoral – formó una alianza política con
el PRI para inyectarle fuerza a este partido decadente con su respaldo total y
ofreciéndole sus votos para la contienda presidencial.
Enfrenta Niño Verde nueva escándalo
El ex líder del
Partido Verde Ecologista de México, Jorge Emilio González Martínez, rechazó
estar implicado en la muerte de una mujer de origen búlgaro, quien se arrojó de
la terraza del departamento 19B en el fraccionamiento de lujo Emerald
Residential Tower & Spa de Cancún, durante una fiesta privada el pasado 2
de abril.
En su momento, la
Policía Turística de Cancún reportó que la joven Galina Chankova, de 25 años de
edad, se encontraba en estado de ebriedad y se aventó desde el piso número 16,
falleciendo instantáneamente.
Ante el destape de
la investigación en su contra, el Niño Verde declaró, mediante una carta, que
no posee departamento en la Torre Emerald de Cancún y desconoce a los
organizadores y participantes de la fiesta en la que murió la ciudadana
europea.
“El departamento
donde ocurrieron los sucesos que se reseñan, es propiedad de Sra. Elizabeth
Díaz Ortiz como consta en la escritura pública No. 2844, Vol. 40, Tomo B,
pasada ante la fe del Notario No. 20 del estado de Quintana Roo, licenciado
Benjamín de la Peña Mora y asentada en el Registro Público de la Propiedad de
Quintana Roo bajo el folio 39,262. Familiares míos viven en el edificio pero en
otros departamentos y reitero que yo no poseo ningún departamento en el
condominio”, dice el comunicado del ex dirigente del Partido Verde.
Pese a esta
negación, un documento interno de la administración de condóminos acredita que
González Martínez tiene cuatro departamentos en la residencial y está
construyendo un Penthouse o un “roof garden” justo en el B19, lugar donde fue
la fiesta en la murió la joven.
También los vecinos
declaran que esta propiedad se encuentra acreditada a nombre del Niño Verde.
** Periodista y
escritor, biógrafo del empresario Carlos Slim.
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